Control social
Cuando hablamos de control social nos referimos al conjunto de mecanismos, prácticas y valores que una sociedad promueve, formal o informalmente, para mantener su orden bien establecido. El concepto de control social es muy amplio, y dentro de él caben mecanismos muy diferentes, desde la propia ley hasta valores y creencias.
Se aplica de diferentes maneras:
Coacción, es decir, por la fuerza. Por ejemplo, la fuerza policial
existe para controlar por la fuerza a las turbas que se niegan a respetar el
orden público. Persuadir, Por ejemplo, las leyes antes mencionadas que rigen el
orden público se enseñan en las escuelas, es decir, a través de la educación, y
se promueven a través de los medios de comunicación. Esta es la razón por la
cual el control social a menudo también significa control cultural y político.
En tiempos
revolucionarios, se entendía como una barrera que hacía imposible el cambio y
trabajaba en interés de las clases dominantes, ya que a menudo controlaban el
estado. Sin embargo, en circunstancias normales, es necesario cierto grado de
control social para mantener la paz social y permitir la continuación de la
investigación económica. En otras palabras, es un elemento necesario para
mantener la estabilidad social, pero en sí mismo puede ser cuestionado y/o
modificado.
Existen dos tipos de
mecanismos de control social: formales (formados por el Estado y establecidos
en la ley) e informales (heredados de las costumbres y tradiciones). El control
social formal, sustentado en la ley y el orden constitucional, se compone de
diversas instituciones e instituciones estatales, tales como tres poderes públicos
(ejecutivo o gubernamental, legislativo o parlamentario, judicial o judicial),
decretos municipales y demás derechos que determine el sistema. Por ejemplo, la
creación de nuevas leyes que rigen el comportamiento, o la creación de
documentos universales para todos los ciudadanos, son mecanismos formales de
control social.
Por otro lado, el control social informal no necesariamente tiene que estar respaldado explícitamente por la ley, sino que debe derivarse de las tradiciones, costumbres y vida social de las personas. Por tanto, sus mecanismos son más diversos y variados, pudiendo variar mucho de una sociedad a otra o de una época a otra. Por ejemplo, las religiones y su código de conducta, en el que se permiten unos comportamientos y otros se prohíben, o valores culturales tradicionales profundamente arraigados, como el idioma (de ahí la forma de autoexpresión, la cortesía y el nombre elegido).
El comportamiento grupal
incluye la relación del grupo con una situación particular. Es un acto voluntario que tiene como objetivo crear un estado de relativa agitación donde las normas y valores que prevalecen en la sociedad ya no afectan el comportamiento del individuo.
Se define como la
búsqueda voluntaria por parte de un grupo hacia un fin correspondiente, resultante
del surgimiento de una situación desorganizada que coloca el comportamiento del
individuo por encima de las normas establecidas. El valor de la comunidad.
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